martes, 27 de noviembre de 2012

Microrrelato: "Espejos y retratos"

Finalmente reconoció su rostro en la última fotografía. El proceso había durado meses. Primero, la estupefacción: aquella instantánea mostraba de golpe unos párpados caídos que no identificaba, dos líneas amargas en la frontera de la boca y un frunce en el ceño antes levemente insinuado. ¡Había rasgos de anciano en esa cara! Ese no era él.
Ante el espejo rechazaba la idea: “Soy el de siempre; conservo el gesto alegre, la mirada irónica, no hay bolsas flanqueando mi recio mentón”. Se sometía a un examen pormenorizado cuando vislumbró la foto -¡ay!- en el espejo: percibió el cambio sorprendido y derrotado, la imagen ficticia en el rostro real. “Ojo digital y sabio, clarividente, sagaz, yo te saludo; ave, César, empezamos a morir”.
Hizo suyo ese retrato, lo asumió y, cámara en ristre, se dispuso a observar con resignación el anuncio de las metamorfosis futuras.
 

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